La belleza del mundo está en admirar
que hay páginas vacías
dispuestas a rellenarnos las historias
y demostrar la constancia que tienen dos almas
buscando ser una.
En presenciar que hay caricias que traspasan la piel
y superan las expectativa de cualquier intento
al conseguir dormir hasta a los insomnios
de quien llora sin lágrimas.
En volar a través de los poetas que olvidaron la poesía
y se fotografiaron el alma alejando
el ego,
el conformismo
y lo imposible.
Volver a los principios de las promesas
que se quedaron impacientes de continuar
siendo inspiración
y no trozos de posibles escalofríos
que satisfacen bocas prestadas.
Saber que la luna también tiene sonrisas
que pueden alumbrar mucho más que el sol
y que siempre es hora para volver a sentir que vives.
Cuestión de abrir el alma y amar.
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