domingo, 8 de junio de 2014

Las espinas también se marchitan

Me sentía revivir en cada mes de abril 
hasta que mis pupilas se dilataron tanto
que cambié los tópicos de la literatura 
por un par de flores secas en diciembre.

Entre tantos cambios de temperatura 
quien menos sufrió fue mi garganta,
y como ya tus dedos imaginaron
fue mi corazón el que padeció 
la frustración de no poder descongelarse 
a pesar de viajar 
a los desiertos más azules del infierno.

Aún no me explico el porqué 
de esa risa inquieta de las mareas 
que sonaban con una extraña palidez 
parecida a las historias muertas 
que nunca tuve el coraje de entender.



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