sábado, 3 de enero de 2015

Fragilidad rota

Te escribo con el alma atada,
los versos rotos,
los verbos fríos,
la piel gritando.
Con el pecho abierto más que tus brazos,
y el corazón acariciándome
los dedos que me hacen vivir.
Respiro hondo buscando el mar
en la superficie de tus montañas,
en las que yo me perdí,
y le regalé al viento
la esperanza de encontrarme
al contarte mis rutinas.
No hay mapa más frágil
que tu voz calmándome el alma,
despertándome,
amándome las cicatrices de aquel
naufragio que viví, entre los jardines de tu pecho;
regalando estrofas a cada espina
que me vio renacer,
y arañándome las heridas que
la poesía me ha estado haciendo
desde que se miró en tus ojos.

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