lunes, 6 de abril de 2015

Abriste de par en par
las cartas que me mandé
sin saber qué había escrito dentro,
sin saber que estaban tan vacías
como todas las nubes
que tu creías llenas de lluvia
y solo eran espejos de todo
lo que nunca pude expresar
sin suspirar arañando mis ganas.
Y aún así seguías creyendo
que no era posible
que alguien crease ventanas llenas de fuerza
entre las paredes de este cuerpo asustado
que ya ha dejado ser el mío para ser nuestro.

Bendita suerte que hayas creado
y te hayas convertido en la mía.

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