No elegí perderme
entre tus escalofríos
por la belleza de mis ruinas
vistas desde esas manos ardientes
que deseaban encontrar
una primavera en mi cuerpo
muerto de miedo.
No fue por las veces
que dejé de verme a medias
en el cristal de las dudas,
ni por necesitar curarte el alma
para tener en paz la mía.
No me desnudé las heridas
para tener argumentos,
ni me abrí el corazón
para asegurarme de que yo
seguía dentro. Fue por los versos a medias
Por las cartas sin empezar
Por los gritos en silencio
Por las muecas llenas de miedo
Por las manos y los dedos que salvan
Por los relojes que no tiemblan
Por las horas que no pasan
Por los para siempre
que nunca diremos,
Por los jamases
que nunca dejaremos
de decir.
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