jueves, 18 de agosto de 2016

Humanidad, mucho más que humanos

Me gusta la gente que grita cuando sólo se escucha el silencio, pero que no confunde la verdad con el protagonismo;
la gente que se supera a sí misma como si no hubiera otra forma de sobrevivir,
más allá del ego, el conformismo, lo socialmente correcto y la falta de humildad.
Me gusta la gente que explica, que pregunta, que no duerme porque aprende. Porque aprende de sus pasos, de sus miedos, de sus dudas.
Me gusta la gente que disfruta de una conversación en la que nada tiene sentido pero que es capaz de reconstruir por dentro más allá de ideales,
estereotipos,
normas y
leyes sociales.
Me gusta la gente que suspira al acostarse sonriendo con la satisfacción de haber aprendido un poco más que ayer y menos que mañana.
Me gusta la gente que empatiza,
que se deja la piel por entender corazones ajenos,
mentes extrañas y
pasos perdidos.
Me cuesta no explotar de rabia, lo reconozco.
Me cuesta no callar cuando se apartan los valores, 
cuando lo de dentro se vuelve lo secundario y lo de fuera, la cartera o lo tradicional se vuelve válido por el simple hecho de parecer serlo.
Me niego a aceptarme humana y no reconocer mis errores. 

Me niego a dar lecciones de moral más allá de mi espejo, más allá de empezar por mí misma. Porque la magia de la vida está en los pasos que volverías a dar para llegar a ser quien eres aún habiendo cometido más errores que aciertos. Porque la magia, sí, la magia camina junto a la superación. 

Me niego a tratar de entender a los demás sin antes entenderme a mí, mirándome de frente y perdonando cada grieta y cada herida, abriendo a la vez horizontes sin límites que me hagan crecer de golpe y día a día.

Porque sí, porque me gusta la gente que mira de frente, aceptandose rota, mortal y humana.
Porque me gusta la gente que se olvida del orgullo, el pesimismo, el victimismo y el egocentrismo que envenena.
Pero sobre todo, realmente, me gusta la gente que ama, 
la gente que ama el mar, 
la vida, 
su cuerpo, 
sus defectos, 
sus errores, 
su pasado, 
su presente,
su ilusión, 

sus dudas, 
el cielo, 
el olor a libro viejo, 
a libro nuevo. 
Me gusta la gente que ama sin parar, 
que ama dejar atrás lo negativo, 
que ama la magia de los secretos, 
las noches de reflexiones, 
y el arte tras cada verso. 
Me gusta, por encima de todo, la gente que es capaz de amarse a sí misma para poder amar a los demás y a lo demás.

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